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Mensaje del Secretario General

con ocasión del 60° Aniversario de la Convención para la Prevención y la Sanción del Delito de Genocidio

9 de diciembre de 2008

Hace exactamente 60 años, las Naciones Unidas aprobaron la Convención para la Prevención y la Sanción del Delito de Genocidio. La Convención fue la consecuencia directa del intento de exterminar a la población judía durante el Holocausto y desde entonces ha representado la aspiración de las Naciones Unidas de impedir que ese horror se vuelva a producir.

La Convención obliga a los Estados signatarios a "prevenir y castigar" el delito de genocidio; a actuar contra los que matan o cometen otros actos graves "con la intención de destruir, total o parcialmente, a un grupo nacional, étnico, racial o religioso, como tal". En virtud de la Convención, los intentos de cometer genocidio e incitación pública al genocidio son actos punibles.

La labor de las Naciones Unidas para prevenir el genocidio abarca una amplia gama de actividades. En su sentido más amplio, promueve los derechos humanos, el estado de derecho y la igualdad fundamental de todas las personas. La Organización tiene una presencia mundial que le permite prestar asistencia práctica a los Estados en la creación de instituciones democráticas y en la solución de controversias por medios pacíficos. Hemos establecido una oficina dedicada a la prevención del genocidio. En 2005, los Estados Miembros acordaron por unanimidad una nueva norma mundial innovadora: la responsabilidad de proteger, que tiene por objeto impedir que los líderes nacionales oculten los abusos amparándose en el falso manto de la soberanía.

Las Naciones Unidas también procuran asegurar que los perpetradores de actos de genocidio sean sometidos a la justicia lo más pronto posible. El crimen de genocidio figura en los Estatutos de los Tribunales Internacionales para la ex Yugoslavia y para Rwanda, en la ley sobre el establecimiento de las salas especiales de los tribunales de Camboya y en el Estatuto de la Corte Penal Internacional. La justicia no es solamente uno de nuestros objetivos principales; es en sí misma un importante medio de prevención.

A pesar de estos esfuerzos, el mundo ha seguido siendo testigo de atrocidades que violan la dignidad humana. Con demasiada frecuencia, la respuesta internacional ha sido inadecuada. Lejos de ser una cuestión del pasado, el genocidio y los actos de ese tipo siguen siendo una amenaza grave. Hoy, más que nunca, se necesita no solo la vigilancia sino también la voluntad de actuar.

Con ocasión de este aniversario, exhorto a los Estados Miembros que todavía no hayan hecho a que se adhieran a la Convención. Exhorto también a todos los Estados a que apliquen la Convención y apoyen nuestros esfuerzos para prevenir el genocidio y otras violaciones graves de los derechos humanos que puedan terminar en genocidio. La prevención del genocidio es una responsabilidad tanto colectiva como individual. Debemos hacer todo cuanto esté a nuestro alcance para asegurar que nuestros hijos puedan vivir sin temor a perder sus vidas por pertenecer a un grupo étnico, nacional, religioso o racial.