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El Secretario General

Mensaje con ocasión del Día Internacional para la Tolerancia

       16 de noviembre de 2007

En 1995, cuando la UNESCO proclamó el 16 noviembre de cada año Día Internacional para la Tolerancia, mencionó nada menos que 16 pactos, declaraciones, convenios, convenciones y recomendaciones relacionados con la necesidad de ejercer la tolerancia. Todos estos instrumentos siguen siendo pertinentes pero ninguno de ellos se respeta por completo.

En la actualidad, nuestro mundo afronta problemas como la guerra, el terrorismo, los crímenes de lesa humanidad, la depuración étnica, la discriminación de las minorías y los migrantes, y otros muchos abusos contra los seres humanos. La propia globalización, pese a crear vínculos de unión entre las distintas partes del mundo, también puede fomentar el miedo y la introversión. Y a medida que aumentan las terribles amenazas que ponen en peligro la vida del planeta, crecen también las posibilidades de que surjan tensiones que generen intolerancia.

Todos sabemos cómo conjurar esas amenazas; sabemos que nuestras mejores armas son la diversidad cultural, la labor en pro del desarrollo sostenible y la educación para la tolerancia y la paz; sabemos, por último, que no hay mejor salvaguardia que una sociedad civil vigorosa y atenta a los derechos humanos y unos medios informativos libres y responsables.

Pero sabemos también que los agentes fundamentales del cambio son los Estados que firman los pactos y convenciones internacionales. Las políticas que se aplican son responsabilidad suya, aunque la comunidad internacional tiene el arduo deber de ayudarles en su tarea.

Tenemos hoy la ocasión de recordar a los líderes de los Estados sus compromisos y obligaciones. Todos nosotros consideramos obvio el imperativo de la tolerancia, pero hace falta más voluntad. Al celebrar este año el Día Internacional para la Tolerancia, no olvidemos que mañana habremos de reanudar nuestra labor.