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El Secretario General

Mensaje en el Día internacional para la Tolerancia


16 de noviembre de 2006



Los últimos años han sido testigos de un marcado aumento de la intolerancia, el extremismo y la violencia en todo el mundo. Esta inquietante tendencia está nutrida en parte por la creciente predisposición a articular las diferencias en términos de identidad y no en relación con las opiniones o los intereses.

De resultas de ello, personas y comunidades enteras son víctimas de actos de brutalidad y violencia simplemente por su origen étnico, su religión, su nacionalidad u otras características de su identidad. Esas amenazas, que van desde el genocidio a gran escala hasta las vejaciones causadas por los prejuicios más comunes, deberían ser motivo de preocupación para todos. Cada uno de nosotros ha de esforzarse en defender los principios de la tolerancia, el pluralismo, el respeto mutuo y la coexistencia pacífica. Debemos estar dispuestos siempre a corregir los estereotipos y las imágenes distorsionadas, y a defender a las víctimas de la discriminación.

Uno de los componentes de la lucha contra la intolerancia es la protección jurídica. El derecho a la libertad de religión, junto con el derecho a la no discriminación por motivos de religión, están consagrados en el derecho internacional desde hace tiempo y muchos países los han incorporado a su legislación nacional.

Pero la ley no es más que un punto de partida. Toda estrategia destinada a facilitar el entendimiento debe basarse en alto grado en la educación -en distintas religiones, tradiciones y culturas- a fin de que los mitos y las distorsiones puedan verse tal como son. Debemos crear oportunidades para los jóvenes, ofreciéndoles una alternativa creíble a los cantos de sirena del odio y el extremismo. Y hemos de tratar de impedir que los medios de comunicación se utilicen para propagar el odio o humillar a las personas, al tiempo que salvaguardamos la libertad de expresión.

En todos estos ámbitos existe una necesidad fundamental de liderazgo por parte de personalidades e instituciones públicas. Las Naciones Unidas, por su parte, además de su amplia y prolongada labor para promocionar y proteger los derechos humanos, han iniciado una "Alianza de Civilizaciones" destinada a salvar las diferencias y superar los prejuicios y la polarización que suponen una amenaza en potencia para la paz mundial.

No obstante, la iniciativa pública debe ir acompañada del esfuerzo individual. Así pues, en este Día Internacional para la Tolerancia reafirmemos la idea de que la diversidad, tanto de pensamiento como de creencias y de acción, es un don preciado, no una amenaza, y procuremos edificar comunidades más tolerantes, imbuidas de ese ideal esencial.