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Mensaje del Secretario General con motivo del Día Internacional de la Paz


Nueva York, 21 de septiembre de 2006



Queridos amigos:

Para algunos de nosotros la paz es una realidad diaria. Nuestras calles son seguras y nuestros hijos van a la escuela. Cuando el tejido de la sociedad es firme, casi pasan desapercibidos los preciados dones de la paz.

No obstante, para gente del mundo actual, demasiada, esos dones son sólo un sueño fugaz. Viven encadenados a un estado de inseguridad y de miedo. Ellos son la razón principal de que existe este día.

Hace 25 años la Asamblea General proclamó el Día Internacional de la Paz como día dedicado a la cesación del fuego y la no violencia en todo el mundo. Desde entonces, las Naciones Unidas vienen celebrando ese día cuya finalidad no es sólo que la gente piense en la paz, sino que haga algo por ella.

No obstante, en este Día, al igual que en los otros 364, la violencia continúa cobrándose vidas inocentes. Y en estas últimas semanas ha habido nuevas escaladas trágicas de los conflictos en varias partes del mundo.

Las Naciones Unidas trabajan en pro de la paz en muchos sentidos. Estamos haciendo todo lo que está en nuestras manos para impedir que siga habiendo derramamiento de sangre. Y hemos logrado algunos éxitos en esta tarea.

Los Estados están prestando más atención a la diplomacia preventiva. Las misiones de mantenimiento de la paz y nuestra labor de apoyo y de promoción de los derechos humanos están logrando que haya una diferencia. Y los ciudadanos de todo el mundo, los hombres y mujeres de todas las sociedades, están trabajando para tratar de aliviar el sufrimiento y establecer lazos de unión entre gente de creencias y culturas diferentes.

De hecho, en la actualidad hay menos guerras que en décadas pasadas, si bien aún son demasiadas. Cada una de las muertes que se produce en un conflicto es un fracaso que nos recuerda todo lo que aún queda por hacer.

En ese espíritu hago un llamamiento a la gente de todo el mundo a que guarde hoy un minuto de silencio en nombre de la paz. Recordemos a las víctimas de la guerra. Y comprometámonos cada uno de nosotros a hacer más, en lo que podamos para conseguir que algo cambie, a fin de lograr una paz duradera.