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Mensaje del Secretario General sobre el día Mundial de la Salud Mental


10 de octubre de 2006

Todos nos sentimos profundamente preocupados, y con toda razón, por las muertes que causan las guerras, los homicidios, el terrorismo y otras formas de violencia. En cambio, las muertes por suicidio, y los factores que pueden conducir a ellas, distan mucho de recibir suficiente atención. Todos los años se produce alrededor de un millón de suicidios. Si a ello le sumamos los numerosos intentos de suicidio que tienen lugar, podemos ver la verdadera escala de este problema de salud pública y esta tragedia humana, que afecta a decenas de millones de personas.

La buena noticia es que ahora comprendemos mejor la conducta suicida, lo que debe ayudarnos a prevenir muchas muertes innecesarias, proteger a las personas en situación de riesgo y apoyar a las familias que por esta causa han perdido a un ser querido.

Uno de los factores más importantes de riesgo de suicidio es la presencia de un trastorno mental, como la depresión o la esquizofrenia. Otro es que haya habido algún intento de suicidio previo, lo que hace más imperiosa aún la necesidad de que las personas que lo requieran reciban asistencia pronta y eficaz. Sin embargo, aun cuando existen formas eficaces y asequibles de tratar estos trastornos, no todo el que lo necesita tiene acceso a un tratamiento. A la falta de personal especializado y de medicamentos se suman el desconocimiento de los trastornos mentales y las conductas suicidas y el estigma vinculado a ellos.

Si no se atienden, las enfermedades mentales pueden ser fatales. Una de las mejores formas de reducir el efecto desastroso del suicidio es atender, en un entorno comunitario, los trastornos mentales que tan estrechamente vinculados están a él. En este Día Mundial de la Salud Mental, comprometámonos a actuar inspirados por esta idea. Demos al suicidio la atención que merece.