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El Secretario General

Mensaje en el Día Internacional para la prevención de la explotación del medio ambiente en tiempos de guerra y de conflictos armados

6 de noviembre de 2006



Cualesquiera que sean sus justificaciones, la guerra representa un horror indecible tanto para los combatientes como para los civiles, y a veces puede destruir en minutos la obra de varias generaciones. Además de sufrimientos humanos, la guerra causa la devastación del medio ambiente.

El año pasado hemos presenciado otro ejemplo trágico. Una de las consecuencias del conflicto entre Israel y el Hizbollah fue el vertido de 15.000 toneladas de combustible de la central eléctrica de Jiyyeh, en el sur de Beirut, que afectó a unos 150 kilómetros de costas libanesas y sirias, contaminando las playas y las aguas costeras y dañando a la pesca y las actividades turísticas.

En los últimos años, un número creciente de gobiernos han pedido al Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA) que lleve a cabo evaluaciones del medio ambiente posteriores a los conflictos. En la actualidad, un equipo está evaluando las repercusiones ambientales del conflicto en el Líbano, y otros colaboran estrechamente con los Gobiernos del Sudán e Iraq.

En el Sudán, las conclusiones preliminares del PNUMA apuntan a una grave y extendida degradación del medio ambiente en gran parte del país, especialmente en relación con la desertificación y la deforestación. En Darfur, la degradación del medio ambiente, la competencia para hacerse con los recursos y el cambio climático regional son otras tantas causas principales de la inseguridad alimentaria y el conflicto.

En el Iraq, el drenaje de las marismas del Delta del Eufrates/Tigris en los años 80 y 90 ofrece un ejemplo clásico de maniobra deliberada contra un ecosistema para alcanzar fines políticos y militares. El PNUMA está ayudando al Gobierno del Iraq a restablecer y ordenar las marismas, y a rehabilitar el medio ambiente del país y su infraestructura para la ordenación ambiental.

La Asamblea General ha establecido el Día Internacional para la prevención de la explotación del medio ambiente en tiempos de guerra y conflicto armado a fin de poner de manifiesto las consecuencias de la guerra para el medio ambiente, y la importancia de no explotar ni dañar irreflexivamente ecosistemas para alcanzar objetivos militares. A veces estos daños son inevitables, pero con frecuencia pueden evitarse con un poco de cuidado o previsión.

Las partes en las hostilidades tienen la responsabilidad de observar las normas y acuerdos internacionales, como los Convenios de Ginebra, que regulan el desarrollo de la guerra. Alguna de estas normas, como la prohibición de destruir deliberadamente terrenos agrícolas, son importantes para el medio ambiente. Sin embargo, en general las leyes de nuestro tiempo pasan por alto las consecuencias de la guerra para el medio ambiente. Ya es hora de que revisemos los acuerdos internacionales relativos a la guerra y los conflictos armados a fin de que abarquen también los daños, deliberados o no, al medio ambiente.

En este Día Internacional, reconozcamos la amenaza que hace pesar la guerra sobre los fundamentos de todos nuestros objetivos de desarrollo sostenible, y comprometámonos a hacer más al respecto.