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Mensaje del Secretario General

con motivo del Día Internacional de Solidaridad con los Funcionarios Detenidos y Desaparecidos


25 de marzo de 2006

El Día Internacional de Solidaridad con los Funcionarios Detenidos y Desaparecidos ofrece una oportunidad para cobrar mayor conciencia a nivel mundial de los importantes riesgos y amenazas que afronta el personal de las Naciones Unidas y sus efectivos de mantenimiento de la paz en acto de servicio, así como nuestros colegas de la comunidad no gubernamental y nuestros amigos de la prensa.

En este día se conmemora asimismo el 21º aniversario del secuestro de nuestro colega Alec Collett en Beirut mientras estaba en comisión de servicio con el Organismo de Obras Públicas y Socorro de las Naciones Unidas para los Refugiados de Palestina en el Cercano Oriente. No se sabe aún qué suerte ha corrido.

La violencia, la hostilidad y el crimen siguen mermando la capacidad operativa de las Naciones Unidas y otras entidades. Según el último informe que presenté a la Asamblea General, el número de funcionarios de las Naciones Unidas arrestados, detenidos o desaparecidos había pasado de 26 a 43 desde el período correspondiente a mi anterior informe.

La amenaza de ser tomado como rehén se cierne sobre numerosos lugares. Algunos gobiernos anfitriones siguen mostrándose renuentes a facilitar información oportuna cuando se arresta o detiene a personal de las Naciones Unidas de contratación local y son muy pocos los países que han investigado a fondo los ataques o las amenazas de otra índole. Esos problemas, preocupantes en cualquier momento, han cobrado incluso mayor dimensión hoy en día con el drástico incremento del número de efectivos de las Naciones Unidas sobre el terreno y con la ampliación de los mandatos a ámbitos sensibles, como la justicia penal.

Son varios los instrumentos que brindan protección jurídica, incluida la Convención sobre la Seguridad del Personal de las Naciones Unidas y el Personal Asociado. Felicito a los 80 países que se han adherido a ella e insto al resto de los Estados Miembros de la Organización a que sigan su ejemplo. Con todo, muy pocos de los Estados partes son países en cuyos territorios estén desplegadas actualmente fuerzas de mantenimiento de la paz, sobre los cuales se suelen cernir las mayores amenazas. Exhorto a esos países, en particular, y a todas las partes involucradas en conflictos armados a que asuman las responsabilidades que les incumben en virtud del derecho internacional humanitario para garantizar la seguridad de todos los civiles atrapados en zonas de combate. Una mentalidad de rendición de cuentas es el mejor antídoto contra la impunidad y sigue siendo el medio más efectivo para que los funcionarios de las Naciones Unidas puedan poner en práctica, en condiciones de seguridad, su coraje y dedicación a la hora de atender las necesidades del mundo.

En este sentido, los sistemas de seguridad de las propias Naciones Unidas han adolecido de fragmentación e insuficiente financiación durante demasiado tiempo. Hoy en día, el Departamento de Seguridad y Vigilancia sigue supervisando y rastreando minuciosamente todos los incidentes de arresto y detención del personal de las Naciones Unidas. A fin de asistir a los funcionarios y prepararlos mejor para prestar servicio en situaciones difíciles, el Departamento de Seguridad y Vigilancia también sigue impartiendo formación en materia de seguridad, control del estrés causado por incidentes graves y otras formas de apoyo conexas.

Son dignos de encomio los esfuerzos desplegados por el Comité Permanente sobre la seguridad y la independencia de la administración pública internacional, del Sindicato del Personal, por centrar la atención en este asunto. Por mi parte, me comprometo a seguir haciendo todo lo que esté en mi mano para ofrecer al personal la protección y las medidas que necesiten para desempeñar su labor decisiva.