El Secretario General
Mensaje del Día de los Derechos Humanos


10 de diciembre de 2005

Cincuentisiete años después de que en la Declaración Universal de Derechos Humanos se prohibieran todas las formas de tortura y tratos o penas crueles, inhumanos o degradantes, la tortura sigue siendo común, lo cual es inaceptable. Recientemente observamos en algunos países una tendencia especialmente inquietante a hacer excepciones a la prohibición de la tortura en función de su forma de ver su propia seguridad nacional.

Seamos claros: la tortura no puede ser jamás un instrumento para luchar contra el terror, porque la tortura es un instrumento de terror.

La prohibición de la tortura es una práctica bien arraigada en el derecho internacional. Además, es absoluta y terminante. Es vinculante para todos los Estados en todos los territorios bajo su jurisdicción o control efectivo. Se aplica en todas las circunstancias, en tiempo de guerra como en tiempo de paz. La tortura tampoco es lícita cuando se la llama de otra forma: los tratos crueles e inhumanos son inaceptables e ilegales,

Los Estados deben cumplir esta prohibición y luchar enérgicamente contra la impunidad de quienes recurren a la tortura. Quienes conciben o autorizan actos de tortura u otros tratos crueles, inhumanos o degradantes de cualquier tipo y quienes cometen esos actos, no deben quedar sin castigo. Tampoco se puede permitir que un Estado condone la tortura cuando es un tercero quien recurre a ella. Esto significa que nunca se debe entregar una persona

La comunidad internacional debe pronunciarse contundentemente y de forma unánime contra la tortura en todas sus formas. Hoy pido a todos los Estados que todavía no lo han hecho que ratifiquen la Convención contra la Tortura y Otros Tratos o Penas Crueles, Inhumanos o Degradantes, así como el Protocolo Facultativo de la Convención contra la Tortura. Y pido a todos los Estados que concedan al Relator Especial de las Naciones Unidas sobre la Tortura libre acceso a los detenidos que estén bajo su control. El acceso irrestricto es una protección indispensable para estas personas, cuyo aislamiento las hace especialmente vulnerables a los malos tratos. Juntos, debemos dar a los reclusos maltratados y a todas las víctimas y supervivientes de la

Hoy en día, la humanidad hace frente a graves problemas. La amenaza del terror es real e inmediata. Con todo, el temor a los terroristas no puede justificar nunca que adoptemos sus métodos. Tampoco podemos aceptar que se utilicen con más frecuencia las penas crueles e inhumanas, que en tantas de nuestras sociedades afectan de forma desproporcionada a los más vulnerables: los reclusos, los políticamente impotentes y los desfavorecidos

Hoy, el Día de los Derechos Humanos, volvamos a comprometernos a defender los principios de la Declaración Universal de Derechos Humanos, y volvamos a comprometernos a eliminar de la faz de la tierra la lacra de la tortura.