DISCURSO ANTE EL PLENARIO DE CLAUSURA DE LA CUMBRE INTERNACIONAL DE MADRID SOBRE DEMOCRACIA, TERRORISMO Y SEGURIDAD


Una estrategia mundial de lucha contra el terrorismo  

MADRID (ESPAÑA), 10 de marzo de 2005
 


Majestades,
Señor Presidente,
Distinguidos Jefes de Estado y de Gobierno,
Señoras y señores:

Si he sido invitado a tomar la palabra ante ustedes es porque el terrorismo es una amenaza para todos los Estados y todos los pueblos que puede materializarse en cualquier momento y en cualquier lugar.

Es un ataque directo a los valores básicos que propugnan las Naciones Unidas: el Estado de derecho; la protección de la población civil; el respeto recíproco entre las personas de diferentes religiones y culturas; y la resolución pacífica de las controversias.

Por lo tanto, es evidente que las Naciones Unidas deben estar a la vanguardia de la lucha contra ese fenómeno, y proclamar en primer lugar, en voz alta y clara, que el terrorismo siempre es inaceptable y no puede justificarse invocando causa alguna.

Por el mismo motivo, las Naciones Unidas deben seguir insistiendo en que, en la lucha contra el terrorismo, no podemos renunciar a los valores básicos que he mencionado. En particular, siempre deben respetarse los derechos humanos y los principios del Estado de derecho. Desde mi punto de vista, el terrorismo es por sí mismo un ataque directo a los derechos humanos y el Estado de derecho. Si en nuestra lucha contra ese fenómeno sacrificamos esos valores, estaremos entregando una victoria a los terroristas.

Señoras y señores:

Puesto que el terrorismo es claramente una de las principales amenazas a que nos enfrentamos en el presente siglo, es justo que recibiera especial atención en el informe que lleva por título "Un mundo más seguro: la responsabilidad que compartimos", redactado por el Grupo de alto nivel que establecí para que estudiara las amenazas que pesan sobre el mundo y recomendara los cambios que deberían efectuarse en el sistema internacional.

El Grupo me pidió que promoviera una estrategia amplia y basada en una serie de principios, y eso es lo que me propongo hacer. La presente reunión me parece una ocasión idónea para enunciar los principales elementos de esa estrategia y el papel que desempeñarían en ella las Naciones Unidas.

La estrategia se compone de cinco elementos, que llamaré "las cinco des". Son los siguientes:

Las Naciones Unidas han desempeñado durante muchos años un papel fundamental en todas esas esferas y han alcanzado logros importantes. Pero tenemos que hacer más, y tenemos que hacerlo mejor.

Permítanme empezar con la primera "de": disuadir a los grupos descontentos de elegir el terrorismo como táctica.

Paso ahora a la segunda "de": dificultar a los terroristas el acceso a los medios para llevar a cabo sus atentados. Eso significa privarles de posibilidades de viajar, recibir apoyo financiero o adquirir material nuclear o radiológico.

Mi tercera "de" se refiere a la necesidad de que los Estados desistan de prestar apoyo a los terroristas.

La cuarta "de" consiste en desarrollar la capacidad del Estado para prevenir el terrorismo.

Tenemos, por último, la quinta "de", que no es en absoluto la menos importante: debemos defender los derechos humanos.

Aquí concluye mi breve resumen de los elementos más importantes que constituirían una estrategia integral de lucha contra el terrorismo.

Todos los departamentos y organismos de las Naciones Unidas pueden y deben contribuir a poner en práctica esta estrategia. Me dispongo a crear un equipo especial de ejecución, dependiente de mi oficina, que se reunirá periódicamente para examinar el tratamiento del terrorismo y las cuestiones conexas en todo el sistema de las Naciones Unidas y asegurarse de que todas las partes que intervienen desempeñan el papel que tienen asignado.

Señoras y señores:

Mañana por la mañana recordaremos, con enorme pesar, y en común con el conjunto de Europa -en realidad, con el mundo entero-, a las 192 personas inocentes que fueron asesinadas de forma tan brutal e injustificable en el atentado terrorista ocurrido aquí en Madrid hace exactamente un año. Afirmaremos nuestra solidaridad con sus familiares y amigos; con cerca de dos millares de personas más, también inocentes, que resultaron heridas en las explosiones; y con el pueblo español, que tanto ha sufrido a causa del terrorismo en los últimos 30 años pero que se ha mantenido fiel a sus convicciones democráticas.

Al mismo tiempo, tendremos un recuerdo para las víctimas de los atentados del 11 de septiembre de 2001 y las de otros atentados terroristas cometidos en Dar-es-Salam, Nairobi, Tel Aviv, Bali, Estambul, Riad, Casablanca, Bagdad, Bombay, Beslán: en realidad, para todas las víctimas del terrorismo en todas partes, cualquiera que sea su nacionalidad, raza o religión.

Algunas heridas pueden curarse con el paso del tiempo. Otras nunca llegan a cicatrizar del todo, como ocurre especialmente con la angustia sufrida por los supervivientes, que llevan heridas en el cuerpo o, por la pérdida de sus seres queridos, en el espíritu.

Para todas las víctimas del mundo entero nuestras palabras de solidaridad son escaso consuelo. Esas personas saben que nadie que no haya sido afectado tan directamente como ellas puede compartir verdaderamente su dolor. Evitemos, al menos, explotar ese sentimiento. Debemos respetar a las víctimas. Debemos escucharlas. Debemos hacer todo lo que podamos por ayudarlas.

Debemos estar dispuestos a hacer todo lo que esté en nuestras manos para evitar que otros seres humanos sigan su mismo destino.

Por encima de todo, no debemos olvidarlas.

Muchas gracias.