Discurso ante el pleno de la Asamblea General sobre el seguimiento de la
aplicación de la Declaración de compromiso en la lucha contra el VIH/SIDA
( Nueva York, 22 de septiembre de 2003)


Muchas gracias Señor Presidente.

Excelentísimos Señores y Señoras:

Hace dos años, las naciones del mundo se mostraron de acuerdo en que para acabar con el VIH/SIDA hacía falta compromiso, recursos y acción.

En la actualidad, tenemos el compromiso. Nuestros recursos están aumentan-do, pero la acción es mucho menor de la que se necesita.

En el período extraordinario de sesiones de la Asamblea General sobre el VIH/SIDA celebrado en 2001, los Estados Miembros aprobaron la Declaración de compromiso, que contenía una serie de metas específicas y con plazos concretos pa-ra luchar contra la epidemia.

Esta mañana tienen ante ustedes un informe de evaluación basado en la infor-mación que proporcionaron sus gobiernos acerca de los logros alcanzados en la apli-cación de esos objetivos. Ciento tres países enviaron información al ONUSIDA. Esa información se ha consolidado para que puedan apreciar cómo está la situación en el mundo con arreglo a indicadores clave que captan los aspectos fundamentales de la respuesta.

En muchos sentidos, sí ha habido progresos.

Se han prometido cantidades importantes de nuevas contribuciones para luchar contra la epidemia, tanto procedentes de Estados Miembros individualmente como por conducto del Fondo Mundial de Lucha contra el SIDA, la Tuberculosis y el Paludismo.

El Fondo, creado poco después del período extraordinario de sesiones de 2001, cuenta con más de 4.700 millones de dólares en promesas de contribuciones, y ha comprometido fondos en 93 países.

También se han registrado nuevos niveles de colaboración entre los gobiernos, el sistema de las Naciones Unidas y la sociedad civil a la hora de formular propues-tas al Fondo y llevar los servicios más esenciales a aquellos que los necesitan más.

A nivel nacional, la gran mayoría de los Estados Miembros ya cuentan con es-trategias nacionales multisectoriales para luchar contra el VIH/SIDA.

Un número creciente de empresas nacionales y transnacionales están adoptan-do políticas relativas al SIDA en los centros de trabajo.

La sociedad civil se está convirtiendo en un interlocutor cada vez más impor-tante a la hora de adoptar medidas amplias de lucha contra el VIH/SIDA. Dos terce-ras partes de los informes nacionales se elaboraron con aportaciones de la sociedad civil.

Las comunidades religiosas son cada vez más activas, y muchas veces ayudan a tender puentes entre el Norte y el Sur.

Así y todo, el informe invita a la reflexión, pues no hemos logrado alcanzar al-gunos de los objetivos de la Declaración que habían de cumplirse este año.

Lo que es más importante, no llevamos camino de reducir la escala y el impac-to de la epidemia para 2005. Para esa fecha, tendremos que haber reducido en un 25% el número de jóvenes infectados con el VIH/SIDA en los países más afectados. Tendremos que haber reducido a la mitad la tasa de infección de lactantes; y ten-dremos que haber establecido programas de prestación de atención integral.

En esas cuestiones, el informe es bien claro: al ritmo actual de progreso, no lograremos ninguna de esas metas para 2005.

Una tercera parte de los países aún no tienen políticas para asegurar que las mujeres tengan acceso a la prevención y la atención, a pesar de que las mujeres constituyen en la actualidad el 50% de los infectados de todo el mundo.

Más de una tercera parte de los países gravemente afectados aún no tienen una estrategia para atender al número creciente de niños que han quedado huérfanos a causa del SIDA.

Y en dos terceras partes de todos los países, los grupos que son más vulnera-bles al VIH no tienen ninguna protección jurídica contra la discriminación.

Sólo una de cada nueve personas que desean saber si son seropositivas tienen acceso a las pruebas correspondientes, y en el África subsahariana, la relación es de una de cada 16 personas.

Sólo una de cada 20 mujeres embarazadas que recibe atención prenatal tiene acceso a servicios que contribuirían a evitar que transmitiera el VIH a su hijos, o a tratamientos que podrían prolongar las vidas de esas mujeres.

Si queremos realmente alcanzar los objetivos de 2005, dicha situación tiene que mejorar drásticamente.

La asignación de recursos sigue el mismo modelo. Ha habido progresos, pero no son ni mucho menos suficientes.

El año pasado, el gasto en la lucha contra el SIDA de los países de ingresos medios y bajos aumentó el 20%, hasta alcanzar 4.700 millones de dólares al año. Desde 1999, el gasto interno de los gobiernos de esos países en la lucha contra el SIDA se ha duplicado.

No obstante, aún estamos a mitad de camino hasta llegar a los 10.000 millones de dólares al año que se necesitan para 2005. Los recursos disponibles deben seguir aumentando —por medio del Fondo Mundial, pero también de todas las demás ini-ciativas, incluidas las de los gobiernos de los países gravemente afectados.

Señoras y Señores:

Hemos recorrido un largo camino, pero no hemos llegado hasta donde quisiéra-mos. Es evidente que tendremos que esforzarnos aún más para asegurarnos de que los recursos y las acciones necesarias están a la altura del compromiso que hemos contraí-do. No podemos alegar que hay problemas comparables que son más importantes, o más urgentes. No podemos aceptar que “surgió otro asunto” que nos obligó a dejar el SIDA en suspenso. Siempre habrá otro asunto.

Por eso el SIDA siempre deberá ser el primer punto de nuestro programa polí-tico y práctico. Yo seguiré haciendo todo lo que esté en mi mano para que así sea. Espero que ustedes utilicen este informe, y los documentos que lo acompañan, como instrumentos que los ayuden en esa misión. Muchas gracias.



Kofi A. Annan