Discurso del Secretario General ante la Conferencia Internacional sobre la Reconstrucción en el Iraq

(Madrid, 23 de octubre de 2003)



Excelentísimas Señoras y Señores:

Damas y caballeros:

Desearía agradecer al Gobierno de España por actuar de anfitrión de esta reunión, y al Grupo Básico de Donantes -la Unión Europea, el Japón, los Estados Unidos de América y los Emiratos Árabes Unidos- por la invitación a unirme a ustedes.

Nos reunimos en un momento de esperanza para el futuro del Iraq. Por muchos años, la población del Iraq ha sufrido algunas de las peores privaciones conocidas de la humanidad. Llevan consigo las heridas de decenios de conflictos, sanciones e inenarrables violaciones de los derechos humanos. Trágicamente, muchas de esas heridas han sido infligidas por sus propios gobernantes. Si bien esa terrible era ha quedado atrás, aún sufren de altos niveles de violencia criminal, inseguridad y pobreza. Sin embargo, esperan un mejor mañana y están decididos a restituir a su país a su posición anterior de liderazgo. Para ello, necesitarán la ayuda de la comunidad internacional.

Hoy buscan en esta Conferencia una señal de que la comunidad internacional realmente está lista para ayudarles a construir un nuevo Iraq -un país estable, independiente y democrático en paz consigo mismo y sus vecinos.

La evaluación preparada por las Naciones Unidas y el Banco Mundial ilustra un país cuyas necesidades de reconstrucción alcanzan una escala monumental. Todos ustedes están familiarizados con lo que han ocasionado muchos años de represión, corrupción, brutalidad, negligencia, sanciones, agresión y políticas erróneas. Tenemos ahora un doble problema: responder a las necesidades humanitarias inmediatas del Iraq e impulsar un comienzo decidido de la reconstrucción del país.

La participación de las Naciones Unidas en la prestación de asistencia humanitaria al pueblo iraquí se remonta a 20 años en el caso de algunos organismos. Ese compromiso se mantiene firme. El bombardeo del 19 de agosto y el posterior ataque del 22 de septiembre dejaron escasas opciones, salvo reducir nuestro personal de contratación internacional al justo mínimo. Sin embargo, ellos, junto con más de 4.000 funcionarios de contratación nacional de las Naciones Unidas comprometidos y valerosos, siguen prestando asistencia lo mejor que pueden en medio de altos niveles de inseguridad. Nuestra asociación con el movimiento de la Cruz Roja y de la Media Luna Roja, y con ONG internacionales y nacionales, ha sido inestimable, subrayando la necesidad de fortalecer las ONG iraquíes como parte de la revitalización del país.

Una prioridad inmediata es el traspaso del programa de petróleo por alimentos a la Autoridad Provisional de la Coalición el 21 de noviembre. Al haber un 60% de iraquíes que dependen de raciones de alimentos, debemos hacer todo lo que podamos para que ese traspaso se efectúe con los menos tropiezos posibles.

Más allá de la situación humanitaria se hallan los problemas a más largo plazo de la reconstrucción. Según la evaluación de las Naciones Unidas y el Banco Mundial, -realizado en colaboración con un gran número de organismos de las Naciones Unidas e instituciones financieras internacionales- para los años 2004 a 2007 se necesitarán 36.500 millones de dólares, incluidos 9.300 millones de dólares para 2004. Sin embargo, desde luego el éxito no depende solamente de la disponibilidad de recursos, sino también de varios otros factores.

El primero y más importante es la seguridad. Esta será la restricción principal, ahora y en el futuro previsible. En segundo lugar, está poner la dirección en manos iraquíes. Eso significa que los iraquíes definan sus propias prioridades, adopten decisiones sobre estrategias y dirijan las actividades posteriores.

En tercer lugar, todo cambio institucional de largo plazo en las normas jurídicas y en el marco económico y fiscal del Iraq debe tener legitimidad, especialmente puesto que dichos cambios afectarán a las generaciones futuras.

Así pues, la reconstrucción tiene un estrecho vínculo con el proceso político más general. Sé que todos esperamos con interés el establecimiento de un Gobierno del Iraq soberano lo antes posible. Sin embargo, el inicio de la reconstrucción no puede aplazarse hasta ese día; exige nuestra atención urgente ahora. Hago un llamamiento a los donantes para que hagan generosos aportes y para que esas contribuciones se proporcionen además de los compromisos vigentes. Además, no se deberían tomar recursos destinados a otras situaciones de emergencia graves y desviarlos al Iraq. Hay todo un mundo de sufrimiento: crisis profundamente arraigadas, desde los conflictos hasta la propagación del SIDA. Sin embargo, si existe voluntad, también existen los recursos para responder a todas esas crisis.

El sistema de las Naciones Unidas colaborará con todos los interesados, incluidos el Consejo de Gobierno del Iraq, la Autoridad Provisional de la Coalición, los agentes regionales y la comunidad internacional más amplia, para ver qué contribuciones podemos hacer en el período venidero. Haré lo posible por ejecutar el mandato establecido por la resolución 1511 del Consejo de Seguridad, teniendo presentes las inevitables restricciones para crear la capacidad necesaria y mi obligación de atender la seguridad y protección del personal de las Naciones Unidas. Las Naciones Unidas están decididas a seguir ayudando al pueblo iraquí lo mejor que pueden, tanto desde dentro como desde fuera del país, con la prestación de asistencia humanitaria y preparación para la reconstrucción. Según lo permitan las circunstancias, tengo previsto proceder con las demás tareas indicadas en la resolución. Este empeño exigirá nuestra atención y compromiso durante muchos años. El pueblo del Iraq tiene un camino difícil por delante, lleno de riesgo y de oportunidad. No dejemos que lo recorra solo.

Kofi A. Annan