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Excmo. Sr. Nassir Abdulaziz Al-Nasser

Discurso de aceptación de su elección como Presidente

Nueva York, 22 de junio de 2011.

Es para mí un gran honor dar las gracias a mis queridos colegas y amigos por haberme elegido por aclamación Presidente de la Asamblea General en el sexagésimo sexto período de sesiones.

Deseo aprovechar esta oportunidad para reconocer el liderazgo del Excmo. Sr. Joseph Deiss como Presidente de la Asamblea General en el actual período de sesiones. Deseo también dar las gracias al Secretario General, Excmo. Sr. Ban Ki-moon, por su presencia el día de hoy, así como felicitarlo por su reelección como Secretario General de las Naciones Unidas. La reelección del Sr. Ban es muestra de la credibilidad de que goza. El éxito de la Organización en los últimos cinco años, que han sido testigos del fortalecimiento del lugar prominente que ocupan las Naciones Unidas en el escenario internacional, sin duda, figurará entre sus numerosos logros. Tendré el gusto de trabajar con él durante mi Presidencia de la Asamblea General.

Mi elección a este alto cargo no habría sido posible sin la confianza del Grupo de Estados de Asia, lo cual me enorgullece profundamente y agradezco sobremanera.

Deseo también expresar mi gratitud por el apoyo incondicional que he recibido de mi propio Gobierno, bajo el liderazgo del Emir del Estado de Qatar, Su Alteza Sheikh Hamad bin Khalifa Al-Thani, y de Su Alteza Sheikh Tamim bin Hamad Al-Thani, su heredero. Agradezco asimismo el apoyo del Primer Ministro y Ministro de Relaciones Exteriores, Su Excelencia Sheikh Hamad bin Jassim bin Jabr Al- Thani. Deseo también acoger con beneplácito la presencia en esta sesión del Ministro de Estado para Relaciones Exteriores y miembro del Consejo de Ministros del Estado de Qatar, Su Excelencia Ahmed bin Abdullah Al-Mahmoud.

Quisiera centrarme brevemente en la importancia especial que reviste el sexagésimo sexto período de sesiones de la Asamblea General, durante el cual el mundo experimentará importantes cambios y enfrentará enormes desafíos políticos, sociales, económicos y ambientales. No pasa mes sin que tengamos noticias de un desastre natural o causado por el hombre, con las consiguientes crisis de alimentos, seguridad, salud y educación, que inevitablemente siguen. Al mismo tiempo, aún siguen existiendo personas que viven bajo la ocupación, la injusticia y la opresión, y que anhelan la libertad, la dignidad y la justicia. Añádanse a ello los derechos humanos y las operaciones de mantenimiento de la paz, el desarrollo sostenible, los motivos de preocupación de los países menos adelantados y de los pequeños Estados insulares, la erradicación de la pobreza, la cooperación Sur-Sur, la financiación para el desarrollo, el diálogo entre civilizaciones, la cultura de la paz, la mediación, el desarme, la lucha contra el terrorismo internacional, la coherencia en todo el sistema, la escala de cuotas para el prorrateo de los gastos de las Naciones Unidas y numerosas asuntos de organización y administrativos, así como otras muchas cuestiones delicadas.

Además de recibir el apoyo de la Asamblea en relación con esas cuestiones cruciales, me alegraría recibir su respaldo para el tema que propongo para el debate de alto nivel en la inauguración del sexagésimo sexto período de sesiones, a saber, «El papel de la mediación en el arreglo de las controversias por medios pacíficos». Considero que la selección de ese tema fortalecerá el debate y profundizará la cooperación respecto de esta importante cuestión que es la esencia misma de la labor de las Naciones Unidas.

Estoy hablando abiertamente solamente porque me doy cuenta de que todos esos retos y cuestiones afectan al papel vital de la Organización, su credibilidad y su propia existencia. Por consiguiente, la integridad, legitimidad, supervivencia y efectividad de las Naciones Unidas dependen de la Asamblea en su conjunto.

El respeto de la diversidad y el pluralismo, independientemente de la religión, raza o etnia, es el principio sobre el cual se fundaron las Naciones Unidas. Por consiguiente, tengo el gran honor de haber sido elegido por mis queridos amigos de diferentes religiones, razas y etnias para servir como Presidente de la Asamblea. Prometo a todos los que se hallan presentes en el Salón que asumiré ese importante papel con un espíritu de cooperación constructiva y respeto mutuo. Asumiré la Presidencia con determinación y persistencia, respaldado por dos decenios de experiencia en el cuerpo diplomático de las Naciones Unidas. Un equipo competente, que he seleccionado con cuidado y atención y que refleja la misma diversidad que percibo hoy en el Salón, apoyará mis esfuerzos.

A lo largo de mi Presidencia trabajaré en estrecha cooperación y coordinación plena con todos los Estados Miembros y todos los grupos regionales. Únicamente si aunamos nuestros esfuerzos conjuntos podremos fomentar los nobles objetivos de la Organización, mantener la paz y la seguridad internacionales y fortalecer las relaciones de amistad y buena vecindad entre las naciones y los pueblos.

El camino hacia el éxito debe construirse sobre la base del principio de la asociación y con un profundo sentido de justicia y responsabilidad. No limitaré mi Presidencia a presidir reuniones o leer declaraciones. En vez de ello, me centraré en fortalecer el papel de la Asamblea General y realzar la cooperación constructiva entre la Asamblea y los diversos órganos y organismos especializados de la Asamblea General y otras organizaciones internacionales y regionales. Asimismo, aspiro a servir de puente entre los países desarrollados, en desarrollo y menos adelantados con el fin de servir los intereses de todos los Estados Miembros y del sistema de las Naciones Unidas en su conjunto.

Mis esfuerzos se centrarán en construir consensos respecto de los retos mundiales más importantes que afronta hoy el mundo, como los conflictos armados, el derecho de los pueblos a la libre determinación, el hambre, la pobreza, el terrorismo, el cambio climático, la crisis económica y financiera mundial y la respuesta humanitaria a los desastres naturales.

No vacilaré en ayudar a los miembros a superar sus diferencias respecto de las cuestiones a las que me he referido. Asimismo, espero que asuman sus responsabilidades como Estados Miembros para abordar esos retos de manera responsable. A ese respecto, quisiera citar a Margaret Thatcher:

«No conozco a nadie que haya llegado a la cumbre sin trabajar duramente. Esa es la receta. No siempre te llevará a la cumbre, pero debe llevarte bastante cerca».