Discurso de aceptación de la presidencia

Nueva York, 24 de mayo de 2007

Señora Presidenta, Señor Secretario General, distinguidos delegados, queridos amigos:

Éste es un momento inolvidable. Tengo el inmenso honor de haber sido elegido Presidente de la Asamblea General en su sexagésimo segundo período de sesiones. Deseo expresar mi más sincero agradecimiento a todos los Estados Miembros por su apoyo unánime, en especial al Grupo de Estados de Europa Oriental por su apoyo inquebrantable.

Permítaseme encomiar el liderazgo y los logros de la Presidenta de la Asamblea General, la Sra. Al-Khalifa. Sobre la base de la Cumbre Mundial 2005, ha dado impulso a la función de las Naciones Unidas en materia de paz y seguridad, ha fortalecido el Consejo Económico y Social y ha desarrollado posibles componentes básicos para las negociaciones sobre la reforma del Consejo de Seguridad.

Quisiera expresar mi firme apoyo al Secretario General Ban Ki-moon por sus iniciativas y por su liderazgo en el fortalecimiento del papel de las Naciones Unidas en el ámbito de mantenimiento de la paz y en el logro del desarme, así como por la revitalización de la Secretaría y por su determinación de garantizar que el sistema de las Naciones Unidas sea gestionado de forma más coherente y eficaz.

El ejercicio de la autoridad del Presidente de la Asamblea General exige un denodado esfuerzo a fin de hacer honor a los ideales y los valores de las Naciones Unidas. Puedo asegurar a la Asamblea que cumpliré con mi deber de forma equilibrada, ponderada y franca, con profundo respeto por la dignidad de todos y cada uno de los Estados Miembros.

El multilateralismo está firmemente arraigado en la historia de la humanidad. Permítaseme ilustrar este punto con una cita de Aristóteles, el filósofo griego de la Antigüedad.

"Podemos decir que las cuestiones más importantes sobre las que todos los hombres deliberan y sobre las que los que deliberan arengan son principalmente cinco: los medios y arbitrios, la guerra y la paz, la defensa del país, las importaciones y exportaciones y la legislación."

El mundo necesita más que nunca un multilateralismo eficaz, cuyo centro deben ocupar las Naciones Unidas. Para la Asamblea General, esto quiere decir que debemos tratar lo máximo posible el fondo de las cosas. La revitalización es mucho más que mejoras de procedimiento.

Los desafíos principales de nuestra era trascienden fronteras: la globalización, el cambio climático, el terrorismo, la inmigración y el desarrollo sostenible no pueden resolverse plenamente dentro de las fronteras nacionales o en el ámbito regional.

Las Naciones Unidas han conocido fracasos. No obstante, no deberían buscarse las causas principales en las deficiencias inherentes al sistema de las Naciones Unidas, sino que, a veces, en la falta de voluntad política de los Estados Miembros para cooperar dentro del marco multilateral.

(continúa en francés)

Hoy, al referirnos a la gobernanza, nos referimos, claro está, a los gobiernos, pero también a los ciudadanos. En ese ámbito, ya ha pasado la majestuosa era de la negociación puramente entre Estados. El futuro del planeta nos incumbe a todos. El desarrollo sostenible debe ser una empresa democrática, participativa y que incluye a todos los lectores.
La gobernanza del mañana -la gobernanza democrática- debe involucrar a todos los responsables de la toma de decisiones a todos los niveles. Un plan de reforma fiable no debe ser el plan de una generación pasada: la gobernanza internacional del medio ambiente debe seguir el espíritu democrático subyacente a la misión de la Asamblea General.

(continúa en inglés)

Los científicos y los expertos nos han hablado de una verdad incómoda acerca del calentamiento global. Al respecto, quisiera elogiar la reciente labor del Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático. Ahora ha llegado el turno del sector político, el sector privado y la sociedad civil. El cambio climático presenta implicaciones en todos los aspectos de nuestra vida cotidiana desde el medio ambiente, la salud y la energía hasta el desarrollo económico, los derechos humanos, la paz y la seguridad y la gobernanza mundial. Si bien la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático es el marco de negociación sobre el cambio climático, la Asamblea General debería ser el foro de las acciones concertadas en lo relativo a una acción general. El debate debe centrarse en los vínculos entre la innovación tecnológica, las energías renovables y el medio ambiente. Juntos podemos abordar el cambio climático y alcanzar un crecimiento económico y un desarrollo sostenible dinámicos.

Ahora que estamos en la mitad del camino hacia el año 2015, debemos apurar nuestros esfuerzos para alcanzar los objetivos de desarrollo del Milenio. Está claro que no se alcanzarán muchos de ellos. En especial en África, el logro de los objetivos desarrollo del Milenio no es solamente una prueba de nuestra capacidad de cumplir nuestros compromisos; es, ante todo, una prueba de nuestras obligaciones morales y los valores éticos consagrados en la Carta de las Naciones Unidas. Para alcanzar esos y otros objetivos de desarrollo debemos exigir más de nosotros mismos y de la Organización. A fin de que las Naciones Unidas puedan contribuir plenamente y servir mejor a las necesidades de los países en desarrollo, serán necesarias una mayor coordinación en todo el sistema y una mayor coherencia.

Creo que algunas de las prioridades del sexagésimo segundo período de sesiones son: examinar el progreso realizado en la aplicación de la Estrategia global de las Naciones Unidas contra el terrorismo; preparar la Conferencia Internacional de Seguimiento sobre la Financiación para el Desarrollo, que se celebrará en Doha, y una reunión sobre los niños; y definir medidas concretas adicionales para la reforma del Consejo de Seguridad -un aspecto vital del programa general de reforma de las Naciones Unidas. Además, debido a la apremiante urgencia de desarrollar el sentido del respeto hacia el otro, que pueda ofrecer una base para el entendimiento mutuo, la amistad y la paz, debemos seguir avanzando en la promoción del diálogo entre las civilizaciones durante el sexagésimo segundo período de sesiones.

Veo el futuro y la pertinencia de las Naciones Unidas como una organización que se basa en redes abiertas, y como una red que acoge ideas de la sociedad civil, las organizaciones no gubernamentales, el sector privado, las universidades, los medios de comunicación y el público en general.

Nos guste o no, en algunos ámbitos enfrentamos disparidades cada vez mayores en cuestiones vitales en cuanto a la pertinencia futura de la Organización. Todos tenemos la responsabilidad de buscar con denuedo compromisos basados en un mayor respeto mutuo. Después de todo, compartimos un ideal común de vivir en un mundo más seguro y más próspero.

Soy consciente de que el compromiso no es el grito de guerra más elocuente. A ese respecto, me viene a la memoria el famoso filósofo alemán Immanuel Kant, quien dijo "de la madera torcida de la humanidad no puede obtenerse nada que sea realmente recto". En mi opinión, por ello debemos encargarnos de los nudos.

En esta tarea común, tenemos la suerte de contar con algunos de los diplomáticos más brillantes y más capaces del mundo, aquí, en las Naciones Unidas en Nueva York. A ellos les prometo mi conciencia, mi compasión y mi talento.

La decisión de la Asamblea es hoy un reconocimiento del compromiso de mi país con los principios de la Carta de las Naciones Unidas, así como de su contribución a fomentar una mayor estabilidad y cooperación en Europa sudoriental. De hecho, mi país ha participado de forma activa en las Naciones Unidas desde su creación en 1945.

Miembros de la Asamblea, en nombre de mi país, la República de Macedonia, y en el mío propio, les doy las gracias.

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