MENSAJE DEL SECRETARIO GENERAL DE LAS NACIONES UNIDAS
EN OCASIÓN DEL DÍA INTERNACIONAL DE LA PAZ
( Nueva York, 21 de septiembre de 2003)

La observancia del Día Internacional de la Paz reviste este año especial dramatismo y significado. Los graves acontecimientos ocurridos durante el pasado año -conflictos, actos de violencia y odio, el ataque con bomba contra las propias Naciones Unidas en Bagdad, las profundas divisiones entre los Estados- han dado lugar a que se planteen serios interrogantes en relación con los esfuerzos de la comunidad internacional para promover la paz y el bienestar de la población de todo el mundo.

La Asamblea General de las Naciones Unidas ha declarado que el Día Internacional de la Paz se observará como "un día de cesación del fuego y de no violencia a nivel mundial, a fin de que todas las naciones y pueblos se sientan motivados para cumplir una cesación de hostilidades durante todo ese día". El propósito es acallar las armas por razones eminentemente prácticas: para que la asistencia humanitaria pueda distribuirse más fácilmente; para que la población civil pueda abandonar en condiciones de seguridad las zonas asediadas; para que puedan desarrollarse las actividades agrícolas o de construcción de viviendas sin la amenaza de una inmediata destrucción; para que los refugiados y las personas desplazadas puedan gozar al menos de una tregua en las hostilidades que les han obligado a abandonar sus hogares.

Pero, por supuesto, el Día de la Paz también debe ofrecer a la comunidad internacional en su conjunto una pausa para reflexionar sobre las amenazas y los desafíos con que se enfrenta. Las manifestaciones nuevas y potencialmente más virulentas de terrorismo, la proliferación de armas no convencionales, la propagación de redes de delincuencia transnacional y la forma en que todo ello puede llegar a confluir para reforzarse entre sí se considera en algunas partes del mundo, las principales amenazas para la paz y la seguridad de nuestro tiempo. Sin embargo, la pobreza, las enfermedades, las privaciones y la guerra civil siguen representando las principales prioridades para muchas otras.

Nos enfrentamos con el desafío de garantizar la existencia de normas, instrumentos e instituciones con las que podamos hacer frente a todas esas amenazas -no con arreglo a una jerarquía de cuestiones de "primer orden" y "segundo orden", sino como un conjunto de desafíos mundiales transfronterizos relacionados entre sí que afectan y deben preocupar a todas las personas. Las divisiones del pasado año han planteado dudas acerca de la pertinencia y eficacia de esas normas e instrumentos.

Aprovechemos las 24 horas del Día Internacional de la Paz -este breve período que esperamos que sea relativamente tranquilo- para iniciar un diálogo de paz, que deberá proseguirse en la Asamblea General, a fin de promover un consenso mundial con respecto a las principales amenazas contra la paz y la seguridad de nuestro tiempo -y sobre todo, qué hacer para enfrentarlas.

 

Kofi A. Annan





 

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