La Asamblea General de las Naciones Unidas ha declarado que el Día Internacional de la Paz se observará como "un día de cesación del fuego y de no violencia a nivel mundial, a fin de que todas las naciones y pueblos se sientan motivados para cumplir una cesación de hostilidades durante todo ese día". El propósito es acallar las armas por razones eminentemente prácticas: para que la asistencia humanitaria pueda distribuirse más fácilmente; para que la población civil pueda abandonar en condiciones de seguridad las zonas asediadas; para que puedan desarrollarse las actividades agrícolas o de construcción de viviendas sin la amenaza de una inmediata destrucción; para que los refugiados y las personas desplazadas puedan gozar al menos de una tregua en las hostilidades que les han obligado a abandonar sus hogares.
Pero, por supuesto, el Día de la Paz también debe ofrecer a la comunidad internacional en su conjunto una pausa para reflexionar sobre las amenazas y los desafíos con que se enfrenta. Las manifestaciones nuevas y potencialmente más virulentas de terrorismo, la proliferación de armas no convencionales, la propagación de redes de delincuencia transnacional y la forma en que todo ello puede llegar a confluir para reforzarse entre sí se considera en algunas partes del mundo, las principales amenazas para la paz y la seguridad de nuestro tiempo. Sin embargo, la pobreza, las enfermedades, las privaciones y la guerra civil siguen representando las principales prioridades para muchas otras.
Nos enfrentamos con el desafío de garantizar la existencia de normas, instrumentos e instituciones con las que podamos hacer frente a todas esas amenazas -no con arreglo a una jerarquía de cuestiones de "primer orden" y "segundo orden", sino como un conjunto de desafíos mundiales transfronterizos relacionados entre sí que afectan y deben preocupar a todas las personas. Las divisiones del pasado año han planteado dudas acerca de la pertinencia y eficacia de esas normas e instrumentos.
Aprovechemos las 24 horas del Día Internacional de la Paz -este breve período que esperamos que sea relativamente tranquilo- para iniciar un diálogo de paz, que deberá proseguirse en la Asamblea General, a fin de promover un consenso mundial con respecto a las principales amenazas contra la paz y la seguridad de nuestro tiempo -y sobre todo, qué hacer para enfrentarlas.
Kofi A. Annan