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Los Estados multiétnicos y la protección de los derechos de las minorías

La dimensión racial de la trata de personas, especialmente mujeres y niños

En medio de una economía mundial que está en proceso de desaceleración, hay un sector que marcha en la dirección contraria. Cada año millones de personas, la mayoría mujeres y niños, son engañadas, vendidas, coaccionadas o sometidas de alguna manera a situaciones de explotación de las cuales no pueden escapar. Constituyen la mercancía de una industria mundial que mueve miles de millones de dólares y que está dominada por grupos de delincuentes muy bien organizados que operan con impunidad.

El "nuevo comercio de esclavos", como lo denominó el Presidente de Nigeria, Olusegun Obasanjo, en una conferencia celebrada en Lagos el pasado mes de febrero, ha crecido en los últimos tiempos en gravedad y magnitud. Aunque es difícil obtener cifras fiables, se calcula que entre 45.000 y 50.000 mujeres y niños son trasladados cada año por los traficantes únicamente hacia los Estados Unidos. El aumento del número de casos de trata de personas, así como su expansión a zonas que antes no estaban tan afectadas, coincide con el aumento de las dificultades económicas, -especialmente en los países en desarrollo y en los países con economías en transición-, los enormes obstáculos a la migración legal y la existencia de graves conflictos armados.

La trata de personas es un fenómeno que afecta a todas las regiones y a la mayoría de los países del mundo. Aunque las rutas de los tratantes cambian constantemente, un factor que permanece constante es la distinción económica entre los países de origen y los países de destino. Al igual que con todas las demás formas de migración irregular, la trata de personas presupone invariablemente el traslado de un país más pobre a otro más rico. Los tratantes trasladan a mujeres procedentes del sureste asiático a América del Norte y a otros países de su región de origen. También trasladan a africanas hacia Europa occidental. La desintegración de la ex Unión Soviética y la gran inestabilidad económica y política resultante han conducido a un aumento espectacular en el número de mujeres de Europa central y oriental que caen en manos de los tratantes.

La trata de personas también prolifera durante y después de conflictos sociales prolongados. La ex Yugoslavia se ha convertido en uno de los principales destinos de la trata de personas, así como en un importante centro de operaciones y de tránsito de mujeres procedentes de Europa central y oriental. Existen indicios de que durante la crisis de Kosovo mujeres y niñas fueron secuestradas por grupos armados o sacadas con engaños de los campos de refugiados del norte de Albania. Varias organizaciones internacionales han informado de que cada vez es mayor la trata de personas que tiene por origen y destino Kosovo y otras zonas de la ex Yugoslavia debido, al parecer, a una mayor demanda de prostitución por parte de trabajadores extranjeros adinerados, entre ellos los funcionarios de las operaciones de mantenimiento de la paz de las Naciones Unidas.

El modo en que tiene lugar la trata

Los tratantes utilizan diversos métodos para reclutar a sus víctimas, que van desde el rapto liso y llano a la compra de la persona de manos de su propia familia. Sin embargo, en la mayoría de los casos, la víctima potencial de la trata ya está buscando una oportunidad de emigrar cuando se le acerca un conocido o es atraída por un anuncio. A algunas se les hace creer que son reclutadas para trabajar legalmente o casarse en el extranjero. Otras saben que se les recluta para la industria del sexo, e incluso que serán obligadas a trabajar para devolver lo mucho que ha costado su reclutamiento y transporte, pero son engañadas acerca de sus condiciones de trabajo. Se teje así una compleja red de dependencia en la cual los tratantes generalmente intentan adueñarse de la identidad jurídica de la víctima, confiscando su pasaporte o sus documentos. Su entrada o permanencia en el país de destino suele ser ilegal, lo cual no hace más que aumentar su dependencia de los tratantes. Está muy extendida la servidumbre por deudas, que permite controlar a las víctimas de la trata y garantizar su rentabilidad a largo plazo. Según se ha informado, con frecuencia los tratantes recurren a la coerción física y a actos de violencia e intimidación.

Los tratantes rara vez son detenidos y casi nunca procesados. Las penas impuestas por la trata de personas son relativamente leves cuando se las compara con el contrabando de drogas o de armas. Una de las razones por las que la trata de personas no es objeto de una mayor represión es el escaso número de casos documentados. Esto se explica fácilmente porque, en la mayoría de los casos, las víctimas de la trata son consideradas simplemente como delincuentes por las autoridades del Estado receptor y, a menudo, son detenidas, procesadas y deportadas. Si a esto se le suma el temor a las represalias de los tratantes, se comprende que las víctimas de la trata no se sientan inclinadas a cooperar con las autoridades policiales en los países de destino. La ignorancia de sus derechos y protecciones legales, los obstáculos culturales y lingüísticos y la ausencia de mecanismos de apoyo hacen que las mujeres víctimas de la trata se sientan aún más aisladas e impiden que busquen justicia o que reciban respuesta de las autoridades judiciales.

La relación fundamental entre la trata de personas y la discriminación racial

Aunque las relaciones entre la trata de personas y los prejuicios raciales no son evidentes a primera vista, son innegables. En palabras de la Sra. Mary Robinson, Alta Comisionada de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos, "La trata ... tiene (...) connotaciones de discriminación. En el caso de la trata con destino al mercado mundial del sexo, estamos hablando de hombres de países relativamente prósperos que pagan los servicios sexuales de mujeres y niñas (y a veces de hombres y niños) procedentes de países menos ricos. Esto no es tan sólo una cuestión de derechos laborales o de desarrollo desigual. Es una cuestión básica de derechos humanos porque tiene que ver con una forma de discriminación muy extendida y muy destructiva”.

Puesto que la gran mayoría de las víctimas de la trata de personas son mujeres, normalmente se considera dicha práctica como parte de la problemática de género y resultado de la discriminación por razón de sexo, pero pocas veces se analiza desde el punto de vista de la discriminación racial. No se ha analizado suficientemente si la raza u otras formas de discriminación hacen más probable que las víctimas de la trata de personas sean las mujeres y las niñas. Sin embargo, cuando se empieza a examinar qué mujeres corren más riesgo de ser víctimas de la trata, queda claro que el riesgo es mayor cuanto mayor es la marginación racial y social. Además, la raza y la discriminación social pueden no sólo constituir un factor de riesgo, sino también determinar el trato al que son sometidas las mujeres en los países de destino. Además, la ideología racista y la discriminación racial, étnica y por razón de sexo pueden crear en la región o país de destino una demanda que podría contribuir a la trata de mujeres y niñas.

Las relaciones entre la trata de personas y la discriminación racial han sido el centro de gran parte de los preparativos de la Conferencia Mundial contra el Racismo, la Discriminación Racial, la Xenofobia y las Formas Conexas de Intolerancia, que tendrá lugar en el otoño en Durban (Sudáfrica). En el Seminario de expertos de Asia y el Pacífico celebrado como parte de los preparativos de la Conferencia Mundial, el pasado mes de septiembre, Tailandia subrayó la relación entre la discriminación por razón de sexo y la discriminación racial. Según la delegación de dicho país, algunas mujeres pertenecientes a determinados grupos raciales o étnicos eran sometidas a abusos en mayor medida que otras mujeres, mientras que algunas formas concretas de violación de derechos, como por ejemplo la trata de mujeres y niñas, a menudo tenían su origen en actitudes y percepciones racistas e iban dirigidas a grupos raciales y étnicos determinados, así como a las mujeres indígenas y las migrantes. 

Los participantes en la reunión de Bangkok también estuvieron de acuerdo en que la ideología racista sirve de acicate a la trata de personas y que la "mercantilización" de la sexualidad femenina da lugar al abuso de mujeres y niñas. Los expertos pidieron que se hiciera cobrar conciencia al público en general de la realidad y el alcance de la trata de personas, sin olvidar el uso del engaño y la fuerza para encerrar y coaccionar a las víctimas. Se instó a los gobiernos a que lucharan contra el racismo y la trata de personas y se pidió a los dirigentes políticos que se abstuvieran de usar expresiones que pudieran avivar el racismo. Un grupo de expertos sobre discriminación por razón de sexo y discriminación racial, reunido en Zagreb (Croacia) del 21 al 24 de noviembre de 2000, recomendó que en la Conferencia Mundial, al examinar los temas del programa, se prestara especial atención a la cuestión del género y se tuviera en cuenta la intersección entre la discriminación por razón de sexo y la discriminación racial.

Conclusión

No existen soluciones fáciles a la plaga de la trata de personas, pero su magnitud requiere la adopción de medidas inmediatas. Como ha afirmado la Alta Comisionada para los Derechos Humanos, Sra. Mary Robinson, para combatir el fenómeno serán necesarios enfoques integrales, interdisciplinarios y a largo plazo que permitan abordar todos los aspectos del ciclo de la trata y reconocer explícitamente las relaciones entre la trata de personas, la migración, el racismo y la discriminación racial. Esta labor apenas ha comenzado y darle continuidad será uno de los retos que tendrán ante sí los delegados en la Conferencia de Durban. No tendrán mucho margen para el fracaso, pues está en juego el destino de millones de mujeres y niños en todo el mundo.

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