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Combatir la degradación de la tierra para una agricultura sostenible

El Día mundial de la lucha contra la desertificación y la sequía 2008 se celebra bajo el lema “Combatir la degradación de la tierra para una agricultura sostenible”. Este problema supone un verdadero reto para la sociedad moderna, tanto para los países desarrollados como para los que están en vías de desarrollo, ya que en la actualidad la crisis de la degradación de la tierra no se puede solucionar con el esfuerzo de un solo país debido al creciente problema del cambio climático. La degradación de la tierra intensifica las pérdidas económicas en el sector agrícola, altera los mercados de alimentos tanto locales como regionales y causa inestabilidad social y política.

¿Qué es agricultura sostenible?

La agricultura sostenible se refiere a la capacidad de una granja de producir alimentos indefinidamente, sin causar daños irreversibles en la salud del ecosistema. El problema tiene una doble perspectiva: a) un aspecto biofísico, que se relaciona con los efectos a largo plazo de diversas prácticas sobre las características de los suelos y de los procesos esenciales para la productividad de la cosecha; b) un aspecto socioeconómico relacionado con la capacidad, a largo plazo, de los granjeros de obtener insumos y de manejar recursos tales como trabajo.

Durante años, la agricultura ha cambiado notablemente debido a las nuevas tecnologías, a la mecanización, al incremento del uso de productos químicos, a la especialización y a las políticas de los gobiernos favorables a la maximización de la producción. Estos cambios han tenido costes significativos, tales como, el agotamiento de las capas superficiales fértiles de la tierra, la contaminación de las aguas subterráneas y la desaparición de las condiciones económicas y sociales en las comunidades rurales, entre otros.

Un movimiento en auge, surgido durante las dos últimas décadas, ha puesto en tela de juicio el papel del sector agrícola por promover prácticas que contribuyen a estos problemas ambientales y sociales. Hoy, este movimiento en pos de una agricultura sostenible, que integra tres objetivos principales: la higiene ambiental, la rentabilidad económica y la equidad social y económica, está ganando una ayuda y una aceptación cada vez mayores en las prácticas agrícolas dominantes. Una diversidad de filosofías, políticas y prácticas han contribuido a lograr estos objetivos y desde los granjeros hasta los consumidores, han compartido esta visión y han contribuido a la consecución de esas metas. La agricultura sostenible, no sólo aborda muchas de las preocupaciones medioambientales y sociales, sino que también ofrece oportunidades innovadoras y económicamente viables para cultivadores, trabajadores, consumidores, responsables políticos y muchas otras personas implicadas en toda la cadena de consumo y de producción alimentaria.

La degradación de la tierra por la agricultura no sostenible

La agricultura no sostenible tiene un impacto tan directo y fuerte en el suelo, que este no puede regenerarse naturalmente. Los nutrientes del suelo y la materia orgánica disminuyen a la vez que la agricultura intensiva absorbe grandes cantidades de nutrientes con una rapidez mayor de la capacidad natural de regeneración del suelo. Por consiguiente, el suelo no puede recuperarse, como lo hace durante los períodos en barbecho, resultando así un espiral cada vez mayor de degradación del medio ambiente y de pobreza, que son las causas principales de la degradación de la tierra y la desertificación.

Las causas primordiales que agravan la degradación de la tierra derivan del denuedo de los granjeros por maximizar la productividad del suelo, lo que incluye: cosechas cultivadas en áreas con riesgo elevado de sequía; acortamiento de los ciclos de la cosecha y reducción de los períodos en barbecho; escaso uso de fertilizantes después de cosechar; rotación de cosecha inadecuada o, lo que es peor, monocultivo; trabajo intensivo; cría intensiva y pastoreo excesivo, lo que tiene un impacto negativo sobre la vegetación y el suelo; separación de la ganadería y la agricultura, eliminando una fuente de fertilizante natural o de materia orgánica (estiércol del ganado) usada para regenerar el suelo; tala intensiva de árboles y deforestación; incendios de matorrales y bosques; en regiones montañosas, las cosechas se cultivan en taludes inclinados en lugar de seguir las líneas del contorno natural de la montaña y deterioro de las terrazas y de otras técnicas de conservación del suelo y del agua. Para combatir la degradación y la desertificación, es necesario restaurar y fertilizar la tierra, los elementos nutritivos tales como nitrógeno, fósforo, calcio, magnesio etc. que se encuentran en el suelo y son necesarios para que las plantas crezcan. Cuando el suelo ha perdido todos sus elementos nutritivos o una parte de sus componentes (ya sea a causa del viento o del agua) se dice que se ha degradado o que está agotado y como resultado de la pérdida, su productividad disminuye.

Avanzar en las estrategias de lucha contra la degradación del suelo

La agricultura sostenible es una manera única de mantener y de restablecer la fertilidad del suelo ya sea utilizando fertilizantes adaptados o preparando un estiércol vegetal, mucho más barato. Se prepara principalmente de restos de vegetales descompuestos: abono, siega agrícola (paja), y basura biológica del hogar. Los jacintos de agua, si bien son perjudiciales en los ríos, se pueden transformar en materia fértil que suministra elementos nutritivos al suelo en forma de estiércol vegetal. Tras varias semanas en un hoyo, con calor y humedad, se produce el humus que se puede repartir entre las cosechas y utilizar para preparar el suelo antes de sembrar las plantas de semillero. De esta manera, el suelo regenerado con materia orgánica dará cosechas más productivas. Regenerar la composición del suelo es una manera muy eficaz y especialmente sostenible de mantener la fertilidad de suelo.

La presencia de ganado también se podría explotar para enriquecer el suelo. Cuando los animales consumen las sobras de la cosecha (mijo, maíz) devuelven los elementos nutritivos al suelo, que se enriquece con materia nitrogenada en forma de estiércol. El estiércol también regenera la capacidad del suelo de producir una cosecha más abundante. Por otro lado, los rebaños también proporcionan carne y leche, con lo que, granjeros y ganaderos se pueden ayudar mutuamente.

Estos últimos años, los países están tomando importantes medidas hacia una agricultura sostenible. En el sector económico, los esfuerzos se han centrado en ajustar la rentabilidad y la productividad de las granjas, manteniendo, desarrollando y redescubriendo la agricultura orgánica, recabando condiciones de vida más seguras y mejores para los granjeros y sus familias y para la población rural en general.

En el sector del medio ambiente, los esfuerzos se han dirigido principalmente hacia la sostenibilidad del uso, la gestión y la protección de los recursos naturales y genéticos, incluyendo la conservación de la biodiversidad así como el mantenimiento y la mejora de la calidad del suelo, del aire y del agua.

En el plano social, las actividades recientemente emprendidas consistieron esencialmente en mejorar la calidad de vida en las zonas rurales, en diversificar las oportunidades económicas y las posibilidades de empleo, en desarrollar la formación y la educación y en tener en cuenta las contribuciones de las comunidades de base en el desarrollo rural.

La Convención de las Naciones Unidas de Lucha contra la Desertificación (CLD) proporciona una estructura universal de política jurídica y de promoción para que sus 193 partes miembros del convenio combatan la desertificación y la degradación de la tierra. En la ejecución de la Convención, tiene una enorme influencia el proceso participativo único de los interesados locales, incluyendo granjeros y poblaciones rurales. Además, el desarrollo de capacidades, el intercambio de mejores prácticas y de casos de estudio, el fomento de asociaciones y el incremento de la sensibilización, son algunas de las áreas que se reorientan bajo el Marco y plan estratégico decenal para mejorar aplicación de la Convención de las Naciones Unidas de lucha contra la desertificación (2008-2018).La Convención de las Naciones Unidas de Lucha contra la Desertificación (CLD) apoya a las partes miembros para Combatir la degradación de la tierra para una agricultura sostenible como el camino hacia el futuro.

Quesungual: Combatir la degradación de la tierra para una agricultura sostenible

Hay muchas iniciativas locales y conocimientos tradicionales de los pueblos indígenas y de las pequeñas comunidades, que pueden desempeñar un papel importante en promover la agricultura sostenible y proteger los suelos y recursos hídricos. El conocimiento tradicional junto con la tecnología pueden convertirse en un instrumento esencial para generar mejores medios de sustento, rentas y ordenación sostenible de las tierras a través de actividades agrícolas sostenibles.

Los tres Convenios de Río (el Convenio de Naciones Unidas sobre la Diversidad Biológica, la Convención de las Naciones Unidas de Lucha contra la Desertificación (CLD) y la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático) están promoviendo iniciativas para salvar y recopilar el conocimiento y la sabiduría de las poblaciones locales e indígenas así como para determinar las posibilidades de adaptarlos a las condiciones modernas de producción. Un ejemplo es el caso de la tecnología tradicional del "crecimiento de la biomasa" conocido por los indígenas de Honduras como “Quesungual.” La tecnología implica el desarrollo de actividades agrícolas y la protección de la vegetación y de la biodiversidad existentes. La eficacia de Quesungual ha sido reconocida por el banco mundial y se puede verificar comprobando que los daños causados por el huracán Mitch fueron menores en las regiones donde esta se utiliza que en otras regiones.

Quesungual: más información