Reunión internacional para examinar
la ejecución del Programa de Acción para el desarrollo sostenible de los
pequeños Estados insulares en desarrollo (Port-Louis, Mauricio, 10-14 de enero de 2005)
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el Desarrollo Sostenible de los Pequeños Estados Insulares en Desarrollo
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Discurso del Secretario General en la serie de sesiones de alto nivel de la Reunión Internacional encargada del examen al cabo de 10 años del Programa de Acción de Barbados para el Desarrollo Sostenible de los pequeños Estados insulares en desarrollo

Port Louis, 13 de enero de 2005.

Señor Primer Ministro,
Distinguidos Jefes de Estado y de Gobierno,
Excelentísimos señores,
Sr. Chowdhury,
Señoras y señores:

Desearía agradecer al Primer Ministro, Sr. Bérenger y al pueblo de Mauricio por la gran competencia con que han preparado y acogido esta reunión, que ha cobrado aún más importancia después del maremoto que golpeó a la región con tanta furia hace sólo 18 días.

Con excepción de las mareas de tormenta que se produjeron no muy lejos de esta capital, Mauricio escapó a la fuerza destructora de los maremotos. En otros lugares, desde Asia hasta África, muchísimos hombres, mujeres y niños no tuvieron esa suerte.

Acabo de visitar algunos de los lugares que resultaron más afectados. He visto parte de la terrible destrucción -inmensas franjas desiertas donde antes hubo comunidades llenas de vida. Me reuní con familias desplazadas y escuché relatos de una tristeza inimaginable. También he visto cómo el personal de socorro trabajaba noche y día para entregar ayuda.

Lo que vi fue sólo una pequeñísima muestra de lo que ocurrió. Semejante sufrimiento, semejante devastación, son aterradores tanto por su magnitud como por la rapidez con que se produjeron. Una vez más el poder de la naturaleza de alterar en un instante nuestras vidas y la faz misma de la Tierra nos ha dado a los seres humanos una lección de humildad. Pero durante el tiempo que pasé en la región vi también otra cosa que la naturaleza es incapaz de extinguir: la voluntad humana, en este caso la firme decisión de reconstruir y, lo que es aún más alentador, de unirse para hacerlo.

Declaremos nuestra perdurable solidaridad con los sobrevivientes. Ha llegado abundante asistencia procedente de todas partes, incluso de países con medios limitados o que atraviesan por crisis propias. Las Naciones Unidas continuarán haciendo su parte, y no escatimarán esfuerzos para asegurar que la ayuda llegue a quienes la necesitan, con rapidez y eficacia. Ello significa ayuda ahora, en la etapa de emergencia, para suministrar agua potable, saneamiento, alimentos y atención médica. También significa ayuda a largo plazo, con miras a la reconstrucción y el desarrollo. Si se produce un nuevo desastre, cosa que sucederá en alguna parte del mundo, debemos poder decir que hicimos todo lo humanamente posible para crear sociedades resistentes.

Esta tragedia nos ha demostrado una vez más cuán necesaria es la prevención y la alerta temprana. En la reunión celebrada la semana pasada en Yakarta se hizo un llamado al establecimiento de un sistema regional de alerta temprana para el Océano Índico y Asia sudoriental. Pero habría que hacer más todavía. Necesitamos un sistema de alerta mundial, un sistema que abarque no sólo los maremotos sino todas las demás amenazas, como las mareas de tormenta y los ciclones. Al establecer un sistema así, no se debe pasar por alto a ninguna parte del mundo. Es preciso pensar a escala mundial y considerar medidas adecuadas para la tarea.

Además debemos estar dispuestos a adoptar medidas decisivas para hacer frente al cambio climático. Ya no resulta tan difícil imaginar lo que podría ocurrir como consecuencia de la subida del nivel de las aguas del mar que los científicos más destacados del mundo nos dicen que acompañará al calentamiento de la atmósfera. ¿Quién puede decir que estamos haciendo lo suficiente?

Excelentísimos señores:

Los acontecimientos de los últimos 18 días han puesto claramente de relieve otros problemas que afectan los pequeños Estados insulares en desarrollo del mundo.

Las pequeñas naciones insulares constituyen un grupo variado. Pero enfrentan amenazas comunes, no sólo el cambio climático y una singular vulnerabilidad a los desastres naturales, sino también la degradación de ecosistemas de importancia fundamental como los arrecifes de coral y los manglares, que también sufrieron graves daños con el maremoto. Enfrentan limitaciones intrínsecas, como economías pequeñas, y escasos recursos de agua dulce, tierras y otros recursos naturales. La eliminación de desechos es un problema cada vez mayor. Los costos de la energía son altos, lo que significa que es preciso hacer más para promover el uso de fuentes renovables. Además, los perjudica el proteccionismo de otros países, tanto desarrollados como en desarrollo. Alzándose apenas por encima del nivel del mar, alejados de los mercados mundiales, muchos pequeños Estados insulares ocupan los márgenes de nuestra comunidad mundial. En opinión de algunos, su existencia misma se encuentra en peligro.

En las conferencias de las Naciones Unidas, celebradas en Río, Johannesburgo y Monterrey, y sobre todo en la celebrada en Barbados hace 10 años, se ha pedido al mundo que se una en apoyo de la causa de los pequeños Estados insulares en desarrollo. Ha habido algunos progresos. Algunos pequeños Estados insulares han hallado nuevos nichos de mercado, especialmente en servicios como finanzas, turismo y tecnologías de la información. Estas últimas en particular los han ayudado a salir de su aislamiento.

Sin embargo, persisten importantes problemas económicos. En términos generales, la aplicación de lo convenido y prometido en Barbados es como mínimo decepcionante. Entre tanto, han surgido nuevos problemas. La epidemia del SIDA se ha extendido enormemente, especialmente en el Caribe, que ahora ocupa el segundo lugar después de África al sur del Sáhara en cuanto a proporción de la población adulta infectada.

De modo que lo que hace 10 años era ya un programa apremiante para los pequeños Estados insulares, es aún más urgente y de mayores proporciones. Aquí en Mauricio es posible realizar avances satisfactorios. Será esencial establecer asociaciones con las organizaciones regionales y la sociedad civil, y la participación del sector privado es fundamental. El sistema de las Naciones Unidas continuará cumpliendo su parte, entre otras cosas mediante una labor de difusión orientada a mantener los temas de importancia para los pequeños Estados insulares en un lugar destacado del programa internacional.

Me alienta comprobar que han venido tantos gobernantes y que esta serie de sesiones de alto nivel está dedicando tanta atención a la ejecución. Ello debería permitirles salir de aquí con un fuerte consenso político y un plan que se pueda poner en práctica. Tal vez lo más importante sea reconocer que lo que sucede en los pequeños Estados insulares en desarrollo nos concierne a todos.

Excelentísimos señores:

Precisamente esa interconexión -de los estados, de las amenazas, del desarrollo y la seguridad- es uno de los mensajes principales del informe publicado el mes pasado por el Grupo de alto nivel sobre las amenazas, los desafíos y el cambio. Quisiera decir algunas palabras acerca del informe del Grupo, porque es fundamental para el plan de desarrollo.

El Grupo ha presentado una nueva y detallada visión de la seguridad colectiva que pone gran énfasis en la prevención, y en el fomento de las capacidades de los Estados para hacer frente a las amenazas y cumplir sus responsabilidades. El Grupo ha dicho claramente que ocuparse de los problemas de desarrollo como la extrema pobreza, el cambio climático y la propagación de las enfermedades infecciosas como el SIDA y el paludismo es indispensable para nuestra seguridad colectiva. Ha destacado los efectos devastadores que el terrorismo, los conflictos y la delincuencia organizada producen en el desarrollo. Nos ha hecho recomendaciones normativas de amplio alcance y sugerencias para la introducción de importantes cambios en nuestras instituciones multilaterales, entre ellas las Naciones Unidas.

El peso de hacer frente a los desafíos del cambio recae ahora sobre los Estados Miembros. En cuatro días más se producirá otro hito en el camino hacia la Reunión en la Cumbre de septiembre: el informe del Proyecto del Milenio. En él se describirá la forma en que los objetivos de desarrollo del Milenio se pueden alcanzar antes de la fecha límite de 2015. Pero para ello será necesario hacer más que lo habitual. En efecto, en el informe se destacará la necesidad de que se produzca un importante aumento de las inversiones a nivel mundial. Además, se hará un llamado a la adopción de amplias medidas en los planos nacional e internacional en materia de ayuda, alivio de la deuda, comercio, y ciencia y tecnología.

Me basaré en ambos informes para la preparación del mío propio, que se publicará en marzo, sobre todos los aspectos de la Declaración del Milenio. Con esos documentos en la mano y habiendo avanzado considerablemente en los debates, septiembre debería ser una ocasión para la adopción de decisiones de largo alcance sobre nuestro futuro común.

Excelentísimos señores:

Somos todos habitantes de la isla mundial. Todos nosotros, ricos y pobres, débiles y fuertes, ciudadanos de países poderosos o de pequeños atolones, estamos vinculados mediante redes de oportunidad y vulnerabilidad.

Deberíamos haberlo sabido ya, pero ha sido necesario un maremoto para que realmente tomemos conciencia de ello. La cuestión ahora es si actuaremos en el largo plazo, no sólo en pequeños países insulares sino en todas partes, con el mismo espíritu de unidad que caracteriza al momento actual.

Si algo bueno ha de resultar del trastorno causado por el maremoto, espero que sea haber demostrado, de una vez por todas, la necesidad de prestar atención a las señales de advertencia, de unirnos mucho antes de que se produzcan las calamidades, y de mantener un esfuerzo colectivo para poner fin al sufrimiento humano y sentar cimientos firmes para el desarrollo y la paz.

Les deseo toda clase de éxitos en esta reunión. Espero con vivo interés colaborar con ustedes para aliviar los sufrimientos de hoy, y para aprovechar al máximo la oportunidad única que nos espera en el año que tenemos por delante.